La educación financiera puede “empoderar a las personas al permitirles administrar de mejor manera sus recursos y las finanzas de sus familias”.

Caer en estafas financieras a través de llamadas o correos electrónicos, creer que el dinero se va a multiplicar en pocos días a través de inversiones en pirámides, no ahorrar, estar sobrendeudado o acudir al chulco para financiarse a una tasa de interés de 1.200 %, son algunas de las consecuencias de la falta de educación financiera. Y precisamente, los bancos privados de Ecuador trabajan para abordar ese desafío. 

Desde hace varios años, la banca privada ecuatoriana impulsa estrategias de educación financiera para sus clientes, colaboradores y la sociedad en general. A través de una estrategia de desarrollo enfocada en su gente, cada año los bancos invierten más de USD 2 millones en capacitación y desarrollo para sus colaboradores, lo que permite tener un personal altamente calificado para atender y apoyar a sus clientes.

El trabajo de los bancos también ocurre puertas afuera. El sector impacta positivamente a través de sus programas de educación financiera dirigidos a clientes, emprendedores, estudiantes, entre otros segmentos de la población. Estos programas alcanzan a todo el territorio nacional y se realizan de forma presencial y virtual.

Pero, ¿qué es la educación financiera? De acuerdo con la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OECD), es el proceso por el cual los consumidores/inversionistas financieros mejoran su comprensión de los productos financieros, los conceptos y los riesgos, y, a través de información, instrucción o el asesoramiento objetivo, desarrollan las habilidades y confianza para ser más conscientes de los riesgos y oportunidades financieras, tomar decisiones informadas, saber a dónde ir para obtener ayuda y ejercer cualquier acción eficaz para mejorar su bienestar económico.

El Banco Mundial agrega que la educación financiera permite, además, el bienestar social de las personas y las sociedades en un mundo cada vez más complejo y globalizado.  “Proporciona las habilidades necesarias para tomar decisiones informadas sobre el dinero, gestionar riesgos y aprovechar las oportunidades” (Banco Mundial).

En tanto, el Banco de Desarrollo de América Latina y el Caribe (CAF) señala que la educación financiera comienza con nociones muy básicas, como las características y el uso de productos financieros, para pasar así, a nociones más avanzadas relacionadas con el entendimiento de conceptos financieros o el desarrollo de habilidades y actitudes para la gestión de las finanzas personales, las cuales generan cambios positivos en el comportamiento de las personas. Es así como la educación financiera puede “empoderar a las personas al permitirles administrar de mejor manera sus recursos y las finanzas de sus familias”.

Educación financiera en la nueva malla curricular

Marco Rodríguez, presidente ejecutivo de la Asociación de Bancos Privados (Asobanca), señala que la educación financiera es la base fundamental para el desarrollo de las familias ecuatorianas: debe ser de iniciativa pública e impulsada por el sector privado.

“Todos deberíamos recibir educación financiera desde la escuela, en el colegio y en la universidad. Estudios demuestran que la educación financiera debe ser parte del programa básico de educación y sostenido en el tiempo, porque se sabe que una persona que deja de recibir educación financiera, en el transcurso de dos años, empieza a perder todos los conocimientos”, advierte el presidente ejecutivo de Asobanca.

Al ver la necesidad de profundizar en educación financiera a nivel escolar, el Gobierno Nacional, a través del Ministerio de Educación, hizo unos cambios en la malla curricular.

¿En qué consisten estos cambios? La ministra de Educación, María Brown, explica que, desde el año lectivo 2023-2024, la educación financiera será transversal en todas las materias. Es decir, la educación financiera será parte de la malla curricular en todos los niveles educativos, pero su adopción en el plan de estudios será a través del desarrollo de competencias financieras, tendrá una implementación progresiva y tomaría al menos tres años.

La transversalización significa introducir contenidos dentro de las materias ya establecidas. “La educación financiera no se aprende en una materia, pues es una habilidad que deben tener los ciudadanos para aplicarla a lo largo de su vida. Además, habrá espacios dentro de la jornada educativa para discutir temas de competencias financieras”, detalla la ministra Brown.

Las competencias y habilidades financieras, de acuerdo con Brown, son necesarias para el desarrollo de los niños y jóvenes para que tengan éxito en sus emprendimientos, en sus trabajos, para que manejen correctamente la economía del hogar (…).

“Queremos pasar de tener una malla curricular de contenidos a la aplicación de esos conceptos. Lo que buscamos al final del día es tener una sociedad autónoma y crítica, por ejemplo, en el ámbito financiero, para que conozcan cómo poner en práctica los conceptos difundidos”, concluye la ministra Brown.

Según el presidente de Asobanca, entre los tips que se deben impulsar en la academia está enseñar a los estudiantes a armar un presupuesto, fomentar el ahorro, suprimir gastos innecesarios, entender cómo manejar un crédito y desarrollar buenas inversiones.

TIP$ y el trabajo de los bancos

La falta de conocimientos y comprensión sobre conceptos financieros básicos puede ser un obstáculo para la inclusión financiera. Muchas personas no están familiarizadas con conceptos como ahorro, inversión, planificación y crédito, lo que puede dificultar su participación plena en el sistema financiero.

La Asobanca considera que esta realidad debe ser abordada por varios actores, tanto del sector público como del sector privado. En junio de 2023, la Asociación, en alianza con Aval Buró, lanzaron TIP$, el primer programa de educación financiera gratuito en tres ejes clave: ahorro, crédito y planificación financiera. De una forma práctica y entretenida, TIP$ impulsa el desarrollo de las capacidades financieras y el correcto manejo de las finanzas personales de los ecuatorianos.

El programa ayuda a los ecuatorianos a tomar decisiones financieras informadas y acertadas y a mejorar sus comportamientos y actitudes financieras. Puesto que la educación financiera va más allá de solamente conocer los conceptos, lo más importante es lograr cambios en el comportamiento de las personas. Es así como TIP$ busca que los conocimientos se transformen en hábitos y actitudes positivas que se puedan emplear en la vida diaria, como un plan de ahorros e inversiones, evitar compras innecesarias, reducir los gastos, planificar presupuestos familiares y personales, establecer metas financieras a corto, mediano y largo plazo, entre otros hábitos positivos adicionales.

¿Cuál es la realidad en Ecuador? De acuerdo con la encuestadora Perfiles de Opinión (julio, 2023), el 61,18 % de los ecuatorianos no ahorró en los últimos 12 meses. De ese segmento de la población, el 70,80 % señala que no lo hizo porque sus ingresos son insuficientes, mientras que el 19,94 % considera que tiene muchos gastos y no sabe cómo administrar su dinero. (Ver gráfico en versión descargable)

Además, el 46,84 % de los ecuatorianos no cuenta con un presupuesto personal o familiar, según la encuesta corrida por Perfiles de Opinión. De este último total, el 42,82 % no sabe cómo hacer un presupuesto y el resto (57,18 %) acusa varios motivos como no tener dinero, no sabe hacer un presupuesto, no tiene trabajo, entre otros motivos más.

Ante esa realidad, TIP$, así como otras iniciativas de educación financiera que tienen los bancos privados del país, buscan apoyar a los ecuatorianos a mejorar en los conocimientos y, más importante aún, en los comportamientos financieros.

Ciberseguridad y otras campañas de educación

En medio del crecimiento de la digitalización y, teniendo en cuenta que, en Ecuador, el 90 % de los servicios bancarios están disponibles por canales digitales, la Asobanca y sus bancos miembros impulsan una serie de campañas de educación financiera enfocadas en la ciberseguridad a través de sus redes sociales.

Por ejemplo, hay una campaña de ciberseguridad conjunta entre Asobanca y la Policía Nacional, en dónde alertan constantemente a los ciudadanos para que no compartan información personal a través de sus redes o medios digitales y para que se mantengan atentos ante los ataques de delincuentes informáticos que utilizan técnicas de inteligencia social para cometer delitos como el phishing.

En efecto, expertos como Felipe Gómez Arango, especialista en ciberseguridad de Colombia, reconoce que, en el caso de los bancos, los cibercriminales atacan al eslabón más débil: los clientes. Al respecto, David Merino, especialista mexicano en prevención de lavado de activos, inteligencia artificial y criptoactivos, señala que entre el 90 % y 95 % de los problemas que tienen las personas en seguridad digital ocurren porque ellas mismas las provocan, especialmente cuando abren, dan clic o descargan información de correos maliciosos.

Asimismo, Asobanca y la Unidad de Análisis Financiero y Económico (UAFE) impulsan una campaña para combatir el lavado de activos. Y, junto con el Ministerio de Telecomunicaciones, la Asociación lleva adelante una campaña para que los emprendedores impulsen sus negocios a través de Internet.

EL AUTOR

Wilmer Torres Peña es licenciado en Comunicación Social por la Universidad Politécnica Salesiana. Tiene una maestría en Comunicación y Marketing Político por la UNIR. Tiene más de 10 años de experiencia en periodismo y relaciones públicas. Ha trabajado en medios como Hoy, El Telégrafo y Primicias. Actualmente es especialista en gestión de contenidos en la Asociación de Bancos Privados del Ecuador (Asobanca).