Si no se controla, el cambio climático empujará a 132 millones de personas a la pobreza en los próximos 10 años.
Un quinquenio puede parecer mucho o poco, eso es relativo. Entre 2016 y 2020 los medios nos llenaron la retina con noticias que quizás no olvidemos: la Costa de Ecuador fue golpeada por un terremoto de magnitud 7,8; el mundo se enteró del caso Odebrecht; Inglaterra se separó de la Unión Europea; la catedral de Notre Dame se incendió; una ola de protestas sociales recorrió varios países de América Latina, entre ellos, Ecuador; un virus encontrado en China generó una pandemia.
Y mientras todo eso y más ocurría, el planeta se calentaba hasta llegar a niveles récord. La temperatura subió a tal ritmo que se proyecta que ese quinquenio (2016 a 2020) será el más cálido de la historia registrada, de acuerdo con la investigación científica United in Science (Unidos en la Ciencia) llevada a cabo por la Organización Meteorológica Mundial (OMM), el Programa de la ONU para el Medio Ambiente, entre otras organizaciones.
Pero los impactos del cambio climático no solo tienen que ver con la naturaleza y el medio ambiente: también tienen que ver con la calidad de vida de sus habitantes. El Banco Mundial lo alerta así: “Si no se controla, el cambio climático empujará a 132 millones de personas a la pobreza en los próximos 10 años”. 132 millones es un número similar a la población completa de México y unas ocho veces la de Ecuador.
En un mes que invita a reflexionar sobre la importancia de la protección del medio ambiente (el 5 de junio se celebró el Día del Medio Ambiente) es oportuno analizar uno de los pilares clave en la lucha contra el cambio climático: las finanzas sostenibles.
En el artículo “Cómo los bancos están definiendo e internalizando los objetivos de sostenibilidad”, la firma EY señala que, a pesar de la incertidumbre con respecto al momento y la gravedad del cambio climático y su impacto económico-financiero, “existe una creciente sensación de urgencia de que los bancos deben prepararse ahora”.
EY también menciona que en el informe “Perspectivas regulatorias bancarias globales de EY 2020” se encontró que el 52% de los bancos ven el cambio climático y ambiental como un riesgo clave durante los próximos cinco años, en comparación con el 37% que tenía esta visión hace un año.
La banca ecuatoriana está en sintonía con esta urgencia y por ello el sector comenzó a trazar su mapa de trabajo en sostenibilidad en 2016, justamente cuando comenzó este caluroso quinquenio.
Corría diciembre de 2016 cuando la Asociación de Bancos Privados del Ecuador (Asobanca) firmó en las Islas Galápagos el Protocolo de Finanzas Sostenibles para comenzar a construir una estrategia de esta naturaleza para el sector. Al 2021 el sector bancario del Ecuador puede mostrar ya un camino recorrido con varias metas alcanzadas; una de las más importantes ha sido la firma en bloque del acuerdo de Principios de Banca Responsable, impulsado por la Iniciativa Financiera del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente UNEP FI.
Otro hito se marcó en 2019, cuando el sistema bancario del Ecuador fue el primero en el mundo en realizar una firma de adhesión a estos principios de manera conjunta. Con nueve bancos firmantes, Ecuador es además el país con la mayor cantidad de bancos privados adheridos a este acuerdo. (Ver cronología de hitos en la versión descargable del artículo).
Tres enfoques de trabajo en cinco años
La cartera de productos crediticios verdes, es decir, dirigidos a financiar proyectos ecológicos es quizás el enfoque más visible de las finanzas sostenibles en el Ecuador y el que más se ha dado a conocer en los medios de comunicación.
Un plan de instalación de paneles solares en una población rural, un pequeño emprendimiento de reciclaje o una nueva estrategia logística para reducir el uso de combustibles fósiles reemplazando una flota de buses por otros eléctricos, son algunas ideas sostenibles que se escuchan interesantes, pero sin financiamiento son solo ideas que mueren en el cuaderno de quién pensó en que era un buen plan, pero no pudo llevarlo a cabo por falta de recursos.
Por ello el financiamiento sostenible es tan importante en la agenda sostenible. Los bancos en Ecuador y el mundo están trabajando desde hace ya varios años en la colocación de créditos sustentables para responder a esta demanda que aún tiene mucho espacio para crecer. De acuerdo con datos recopilados por Asobanca, la banca privada otorgó en 2020 unos 206 millones de dólares en créditos verdes a los segmentos personas, pequeña y mediana empresa (pymes), corporativo, empresarial, comercial.
En este enfoque también es importante mencionar la primera iniciativa de atracción de inversiones verdes. En 2019, en el país se emitió el primer bono verde, una iniciativa de Banco Pichincha. “Los resultados fueron muy buenos, se colocó todo el monto. En plena pandemia Ecuador estaba necesitado de recursos y de inversión extranjera y con la emisión del bono verde llegaron 150 millones de dólares de inversionistas extranjeros”, comentó David Grey, presidente del Comité de Finanzas Sostenibles de la Asobanca durante un conversatorio sobre sostenibilidad realizado en mayo pasado, organizado por el Consorcio de Gobiernos Autónomos Provinciales del Ecuador (Congope).
Pero el desarrollo de productos verdes es solo uno de los ejes en los que trabaja la banca en su camino de sostenibilidad. Grey menciona que hay otros dos enfoques en los que está trabajando el sector.
Uno de ellos es la eficiencia interna, es decir, los esfuerzos que hacen las entidades puertas adentro en sus oficinas y agencias con sus operaciones diarias. Esto se ve reflejado en que varios bancos ecuatorianos ya tienen certificaciones de operaciones carbono neutro. “Como industria queríamos empujar hacia temas de sostenibilidad a nuestros clientes y, por eso, nos parecía importante ser y parecer, es decir, mostrar que la eficiencia comienza casa adentro”, comentó Grey.
La huella de carbono es el rastro que la actividad humana deja en términos de emisiones. La idea de la estrategia de carbono neutro es medir, gestionar reducciones y luego realizar compensaciones de la huella que se deja en la operación.
El otro enfoque de los bancos en el tema de sostenibilidad ha sido trabajar en los sistemas de administración de riesgo ambiental y social para el otorgamiento de crédito.
En alianza con el Programa de Asistencia Técnica del eco.business Fund, un fondo de impacto para América Latina y el Caribe, y el Centro Ecuatoriano de Eficiencia de Recursos (CEER), los bancos privados del Ecuador se encuentran desarrollando desde el año pasado doce guías sectoriales, que son lineamientos que permitirán fortalecer el proceso de calificación de créditos para mitigar el riesgo ambiental y social de los mismos.
Estas doce guías sectoriales se enfocarán en los sectores de la agricultura, silvicultura y acuicultura. Pero, adicionalmente, en conjunto con otros organismos multilaterales, Asobanca tiene previsto elaborar 25 guías sectoriales para abarcar otros sectores productivos relevantes en el país. Así, Ecuador sería el primer país del mundo en tener una guía sectorial para todos los sectores productivos de la economía nacional.
El camino sostenible es largo y aún está lleno de desafíos y metas que alcanzar. Pero, como apunta el Banco Mundial, hoy los países tienen una oportunidad única, pues las decisiones que se tomen ahora determinarán escenarios importantísimos para la economía, como el laboral. El multilateral sostiene que los programas para incentivar las bajas emisiones de carbono pueden impulsar la creación de nuevos empleos sostenibles, inclusivos y equitativos para mejorar la calidad de vida de la gente en sectores vulnerables. Y esto lo afirma también el artículo de EY, que señala que la transición a una economía sostenible baja en carbono podría generar un impulso económico de 26.000 millones de dólares para 2030, creando más de 65 millones de nuevos puestos de trabajo, esto es, casi cuatro veces la población del Ecuador.
LA AUTORA
Evelyn Tapia Zurita es licenciada en periodismo internacional por la Universidad de Especialidades Espíritu Santo (UEES) y tiene una maestría en Prensa Escrita por la Pontificia Universidad Católica de Chile. Ha escrito para los diarios El Universo, El Comercio y El Mercurio de Chile. Actualmente es especialista en Gestión de Contenidos en la Asociación de Bancos Privados del Ecuador (ASOBANCA).