“Hay muchas personas que han dejado de usar esta etiqueta y hablan de dirección de personas, es decir, personas con un conjunto de competencias, habilidades, experiencias…”

Hace algunas semanas atrás se celebraba el Día Internacional de los Recursos Humanos en más de 30 países, entre los que se encuentran España, Alemania, Grecia, Dinamarca, Italia, Macedonia, Chipre, Israel, Irlanda, Lituania o Portugal.  Ya hay muchas personas que han dejado de usar esta etiqueta y hablan de dirección de personas, es decir, personas con un conjunto de competencias, habilidades, experiencias… todo aquello que integra una trayectoria vital.

Recordamos, además, el quinto aniversario de la publicación de la encíclica Laudato si, del papa Francisco. Se celebró de muchas maneras y en una de ellas participó el obispo de San Sebastián, monseñor Munilla, que se detuvo en el tercer capítulo de la encíclica, para referirse a la raíz humana de la crisis ecológica: «no hay ecología sin una adecuada antropología». Habló Munilla de que el hombre no puede ser reducido a un sistema biológico animal evolucionado por una mera casualidad, por una ley llamada evolución. Si esto es así, resulta muy difícil pedirle al hombre responsabilidad sobre el futuro de la humanidad y de la casa común, porque nos hemos olvidado de que el hombre tiene alma. Ahí radica su auténtica dignidad y esa es la auténtica antropología, no aquella en que el hombre es solo un elemento más de la naturaleza.

«Hemos dejado puesto el piloto automático de una serie de procesos utilitaristas que son muy difíciles de gobernar (…) Hace falta reconocer la dignidad del hombre, que tiene un alma, es decir: un entendimiento, una voluntad, un señorío sobre las cosas y, por tanto, una responsabilidad (…). El olvido de este aspecto trascendente del hombre no permite establecer una verdadera ecología, porque no hay una adecuada antropología».

La encíclica Laudato si plantea retos a personas e instituciones y en ámbitos que abarcan desde el hogar a la totalidad del mundo, cada vez más globalizado, como ha señalado mi colega del IESE, el profesor Doménec Melé, que resume los retos planteados a la empresa y a sus directivos, agrupándolos en los siguientes apartados: 1) internalizar criterios ecológicos, 2) tomar conciencia de los problemas ecológicos y preguntarse cómo afectan a la empresa, 3) eliminar impactos medioambientales negativos, 4) realizar acciones reparativas, 5) introducir mejoras ecológicas, 6) actuar con transparencia y dialogar con los afectados por el impacto medioambiental, 7) crear una cultura empresarial con solicitud ecológica y 8) liderar con responsabilidad ecológica. A la luz de estos retos, nos ocupamos también de su implantación considerando y tratando de responder algunas objeciones frecuentemente planteadas en el ámbito empresarial.

Concluyo citando a Silvia Albareda, profesora y directora de la Oficina de Cooperación y Desarrollo Sostenible de la UIC, autora del libro Reconciliarse con el planeta, quien señala que «la conversión ecológica supone contemplar el planeta con nuevos ojos, con una nueva mirada más agradecida y más humilde que nos lleva a sentirnos más interdependientes. Esta mirada no es infantil, sino profunda y madura, porque advierte la realidad de forma global con sus múltiples interconexiones y conduce a un comportamiento más cuidadoso, más austero y más solidario».

LA AUTORA

Nuria Chinchilla Albiol es PhD en Dirección de Empresas y MBA por IESE, Universidad de Navarra, y Licenciada en Derecho por la Universitat de Barcelona. Autora y coautora de libros sobre cambio organizacional, organizaciones familiarmente responsables y conciliación entre vida laboral y familiar. Es directora del ICWF – Centro Internacional Trabajo y Familia del IESE Business School.