Algunas tendencias, casi irrefutables, de la era digital nos dicen que en el 2020 seis millardos de habitantes estarán conectados a Internet (casi toda la población mundial), cincuenta millardos de aparatos inteligentes circularán en el planeta, y una computadora estará a apenas tres años —o sea en el 2023—, de acuerdo a la Ley de Moore, de tener la inteligencia de un ser humano.
Las implicaciones incluyen el cambio en la naturaleza del empleo, mayor o menor desigualdad entre países, buen o mal uso de las tecnologías, distintas maneras de relacionarse entre seres humanos, entre otras. Esbozaré estas implicaciones únicamente en dos aspectos de la era digital: un tipo de negocio exponencial y una tecnología digital.
¿Cuál será el efecto neto de las redes sociales en nuestro comportamiento? Su uso adecuado es obvio, por lo que me centraré en el riesgo. Se habla del poder adictivo que este tipo de negocios tiene en las personas. En el siglo XX la vida proporcionaba señales de cambio obligado entre actividades. Por ejemplo, doblar la última página del periódico indicaba el momento de hacer lo siguiente; ver una serie de televisión obligaba a esperar una semana para disfrutar el siguiente capítulo, entre otras señales. Las redes sociales, en cambio, están diseñadas sin pistas que sugieran un cambio de actividad. Por ejemplo, alguien pudiese leer tuits, ver vídeos de YouTube y series de Netflix por el resto de su vida, sin detenerse. En este caso hipotético y extremo, ¿cómo lo lograrían? La sección Inicio de Twitter es prácticamente infinita; antes de que acabe un vídeo de YouTube el siguiente se carga automáticamente porque conoce las preferencias individuales; y las series de Netflix —que también conoce nuestras preferencias— muestran el siguiente capítulo luego de terminar de ver el anterior. Entonces, cuando la voluntad es débil, ¿aumentarán los problemas de dependencia? ¿Qué tanto valor aportan estos negocios a la sociedad?
¿Cómo está cambiando la inteligencia artificial (IA) el mundo? Su buen uso también es obvio. Zuckerberg, fundador de Facebook, espera un cambio formidable en salud y transporte. Musk, fundador de Tesla, en cambio es muy crítico. El 1 de septiembre de 2017 advirtió que una tercera guerra mundial (de darse) no sería por escasez de recursos ni por un dictador con armamento nuclear: sería causada por el mal uso de la IA, la cual podría iniciar por sí misma, sin necesidad de líderes de países, ataques preventivos contra una nación si es que asegura la victoria. ¿Lograremos en el futuro cercano distinguir entre una persona y un robot humanoide? ¿De ser destructivo, logrará el ser humano neutralizarlo?
En conclusión, la era digital ofrece negocios y tecnologías que no son buenas ni malas en sí mismas —en línea gris aquellas funcionalidades que maliciosamente buscan esclavizarnos—. Tenemos más preguntas que respuestas. No obstante lo dicho anteriormente, mi visión, libre de ingenuidades, es la de una época de abundancia, la de mayor facilidad histórica para emprender e innovar, brindando a países emergentes mejores oportunidades de exportar modelos de negocios, nuevas tecnologías y productos al mundo.

EL AUTOR
Ernesto Noboa Vallarino tiene los grados de PhD en Dirección de Empresas por IESE Business School, España, y MBA por MIT Sloan School of Management, USA. Es Bachelor of Mechanical Engineering por University of Dayton, USA. Es Socio Fundador y Presidente Ejecutivo de Lösning Business Solutions, Partner y Director para Latinoamérica de Rokk3r Labs, y miembro de juntas directivas de varias empresas ecuatorianas.