En las jornadas de primavera del Fondo Monetario Internacional, que tuvieron lugar en Washington del 15 a 22 de abril de este año, se presentó el panorama económico mundial en el cual se resalta la recuperación cíclica de la economía de todo el planeta.

Como se pudo ver allí, la economía mundial se expandió al 3,8% en 2017 —el nivel más elevado desde 2011— y se espera que en 2018 y 2019 la economía global crezca al 3,9%. El momento económico del mundo no ha sido tan positivo desde hace más de una década.

Este excelente desempeño de la economía a nivel mundial se debe a una expansión por encima de su potencial en las más avanzadas, particularmente Estados Unidos cuya economía está creciendo de forma acelerada por el impulso fiscal generado por el recorte de impuestos de la administración Trump. Por su parte, Europa y Japón continúan expandiéndose a una tasa menor, pero todavía saludable.

Esta mejora en el ambiente mundial favorece también a las economías emergentes, en particular Asia y Europa. Luego de tres años de estancamiento, los países productores de materias primas también comienzan a repuntar. La expansión económica mundial está empujando el precio de las materias primas, lo cual redunda en un flujo de divisas hacia los países exportadores de minerales y petróleo, impulsando con ello la liquidez y gasto agregado de la economía, ya sea a través de mayor crédito o mayor gasto fiscal. El crecimiento será menor en aquellos países que requieren una consolidación fiscal. Y ese es el caso de Ecuador.

Los resultados económicos en nuestro país en 2017 sorprendieron a varios analistas y en particular al Fondo Monetario Internacional, que pronosticaba una recesión para Ecuador en ese año. La economía ecuatoriana se expandió un 3%, impulsada principalmente por el gasto de los hogares y del Gobierno. Por su parte, la inversión aún se mantiene deprimida, mientras que las importaciones se expandieron de forma importante, restando -2,5% al PIB.

Este buen resultado coyuntural de la economía nacional desafortunadamente está fundamentado en variables que no son sostenibles. Por un lado, 2017 vio una recuperación del precio del crudo a US$45 por barril, cuando en 2016 se vendió la canasta de crudo ecuatoriano a un promedio de US$35. Este incremento del +28% permitió a la economía recuperar la liquidez y al Estado mantener el impulso fiscal, facilitando el financiamiento un déficit fiscal de cerca del -6% del PIB. Al mismo tiempo, el crédito se expandió un +16%, empujado por una expansión del crédito de consumo del +30%, lo que generó un repunte del +32% en importación de bienes de consumo y +65% en la venta de automóviles.

Esta ecuación de crecimiento solo podría repetirse en 2018 si el precio del petróleo continúa elevado. De mantenerse los niveles de precio del crudo ecuatoriano —que en abril de 2018 bordea los US$60 por barril, es decir un +33% más elevado que en 2017—, los niveles de liquidez seguirán elevados. No obstante, los mercados han comenzado a hacerse preguntas respecto a la sostenibilidad del gasto fiscal pese a que existen mayores ingresos fiscales.

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EL AUTOR

Santiago Caviedes Guzmán tiene los grados de Máster en Administración Pública por Kennedy School of Government de Harvard University, USA, y Máster en Economía Internacional por el Instituto de Altos Estudios Internacionales de Ginebra, Suiza. Es Economista por la Pontificia Universidad Católica del Ecuador Quito. Fue Viceministro de Política Económica en el Gobierno del Ecuador y Asesor del Ministerio de Producción en la Junta Monetaria y Junta de Poder de Mercado. Su trayectoria profesional se ha desarrollado también en el sector privado como experto en estrategia económica en importantes multinacionales. Es fundador y socio de Compostela Partners, firma de asesoría estratégica y relaciones públicas, y Presidente de Humboldt Management, firma de asesoría económica y financiera.