En una edición pasada hablábamos sobre quién soy yo y las partes en que la identidad se divide. Para completar este tema, hoy comentaremos algunas ideas de Erik Erikson, psicoanalista estadounidense de origen alemán, destacado por sus contribuciones en psicología del desarrollo.
Erik Erikson formuló 8 estadios psicosociales en el desarrollo de la identidad de una persona. Son estadios ampliamente aceptados, con los que se distancia de Freud, superando la omnipresente causalidad sexual del psicoanalista vienés. Según Erikson, estos estadios del desarrollo de la persona son:
- Infancia postnatal: Confianza vs. Desconfianza (desde el nacimiento hasta los 18 meses). Los niños desarrollan un sentido de confianza cuando los cuidadores proporcionan fiabilidad, atención y afecto. Su ausencia dará lugar a la desconfianza.
- Primera infancia: Autonomía vs. Vergüenza y duda (2 a 3 años). Los niños desarrollan un sentido de control personal sobre las habilidades físicas y un sentido de autonomía. El éxito en ello conduce a sentimientos de autonomía. La falta de resultados produce sentimientos de vergüenza y duda.
- Preescolar: Iniciativa vs. Culpa (3 a 5 años). Los niños comienzan a imponer su control y poder sobre el entorno. El éxito en esta etapa conduce a un sentido de propósito. Los niños que intentan ejercer demasiado poder experimentan desaprobación, lo que les produce un sentimiento de culpa.
- Edad escolar: Laboriosidad vs. Inferioridad (6 a 11 años). Los niños necesitan enfrentarse a las nuevas demandas sociales y académicas. El éxito conduce a un sentido de competencia, mientras que los resultados de fracaso producen sentimientos de inferioridad.
- Adolescencia: Exploración de la identidad vs. Difusión de la identidad (12 a 18 años). Los niños que reciben el estímulo y refuerzo adecuados a través de la exploración personal saldrán de esta etapa con un fuerte sentido de sí mismos y una sensación de control y autonomía. Los que continúan dudando de sus creencias y deseos tienden a experimentar inseguridad y confusión acerca de su identidad y futuro.
- Primera edad adulta: Intimidad vs. Aislamiento (19 a 40 años). Los adultos jóvenes forman relaciones amorosas íntimas con otras personas. Tener un fuerte sentido de identidad es clave para ello. El éxito aquí significa relaciones seguras y comprometidas, mientras que el fracaso puede provocar sentimientos de soledad y aislamiento emocional.
- Edad adulta media: Generatividad vs. Estancamiento (40 a 65 años). Los adultos necesitan crear o consolidar cosas que sobrevivirán a ellos, a menudo teniendo niños o creando un cambio positivo que beneficie a otras personas. El éxito en este tema conduce a sentimientos de utilidad y logro, mientras que el fracaso produce una débil participación en el mundo.
- Madurez: Integridad vs. Desesperación (65 hasta fallecimiento). Los adultos mayores necesitan contemplar su vida anterior y sentir una sensación de plenitud. El éxito en esta etapa conduce a sentimientos de sabiduría, mientras que los resultados de fracaso producen pesar, amargura y desesperación.
Son etapas que hay que ir completando y superando, pero esa plenitud de la que habla Erikson en la última etapa de la vida no se basa solo en el pasado, sino también en el presente. Y el futuro no sabemos si llegará… Las personas ancianas son, a menudo, las que más se ven afectadas por ese sentido de la eficacia que tiñe actualmente toda actividad humana. Son personas aparentemente “inútiles” para muchos y, como reflejo, sienten que su vida ya no tiene sentido.
Sin embargo, la identidad personal no está conformada solo por los compromisos adquiridos (“soy profesor del IESE, miembro de tal club deportivo”) y su grado de consecución (con la consiguiente sensación de “eficacia” personal), sino que —sobre todo— la identidad está conformada por nuestros vínculos familiares (“somos hijos de”, “padres de”, “esposos de”), que siguen siempre vivos… aunque falten algunos…
Volviendo a la pregunta sobre quién soy yo, cuál es mi identidad —que nos hacíamos en un artículo anterior—, parece importante resaltar que no estamos hablando de una abstracción estática: la identidad tiene una base coherente y estable que, idealmente, no se vería afectada apenas por lo externo. Pero no hay duda de que el devenir de lo que nos rodea interviene de múltiples maneras en quiénes somos y cómo nos comprendemos y definimos a nosotros mismos.

LA AUTORA
Nuria Chinchilla Albiol es PhD en Dirección de Empresas y MBA por IESE, Universidad de Navarra, y Licenciada en Derecho por la Universitat de Barcelona. Autora y coautora de libros sobre cambio organizacional, organizaciones familiarmente responsables y conciliación entre vida laboral y familiar, fue nombrada "Mejor Mujer Directiva del Año" por la Federación Española de Mujeres Directivas, Ejecutivas, Profesionales y Empresarias (FEDEPE). Es la única mujer incluida en la lista de los "10 Mejores Directivos" de España.